Recién llegada de San Pedro del Pinatar, una gaviota joven es la primera, de las veinte o treinta aves recogidas diariamente, que será diseccionada y analizada por Ramón, técnico del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, en Murcia.
Su deceso levantó la sospecha, al igual que viene ocurriendo en las últimas semanas con la muerte de cualquier ave. Esta vez no será. Su análisis permite descartar, a la espera de que el laboratorio de Algete lo confirme, la posibilidad de infección: el animal presenta claros signos de inanición y «posiblemente murió de debilidad», nos aclara el técnico. Pero el miedo creado ante la posible llegada de la gripe aviaria a España hará que a lo largo del día la alarma suene de nuevo ante cada ave encontrada muerta.
A Ramón, técnico del Centro del Valle, no le gustaría que entre las aves que diariamente analiza se encontrara una afectada por la gripe del pollo. No obstante, aunque ese riesgo existe, no le preocupa el contagio, ya que considera que el protocolo que se sigue es «suficiente» para evitar el contagio.
En los países europeos en los que ya se han detectados casos de aves infectadas no ha habido contagio entre humanos y es que, a diferencia de algunos países asiáticos como China, «donde viven y duermen con los animales de corral», afirma Pedro, «en Europa está funcionando el plan de prevención». Éste se puso en marcha en el 2005 y ha permitido, en su opinión, «estar preparados para su llegada». Ramón considera que es preciso alertar a la población ante la posibilidad de sufrir una pandemia gripal, pero ese estado de alerta no debe, en ningún caso, derivar en alarma.
El riesgo de pandemia en la actualidad depende de que el virus de la gripe aviaria mute y se haga transmisible de humano a humano (y no sólo de aves a humanos como ahora). Hoy por hoy, no puede predecirse cuándo se producirá la mutación del virus y su transmisión entre personas; ni siquiera puede saberse con seguridad si llegará a producirse finalmente.
Según Ramón, el principal objetivo, ahora mismo, es detectar cuanto antes la llegada del virus a España. Pese a su larga experiencia, considera que mediante la necropsia es imposible descubrir indicios de la presencia del virus en un ave muerta. «Aunque llegara un animal con gripe no podríamos detectarlo». «Es necesario el análisis del laboratorio para saber la causa de la muerte».
El test de control que se realiza en el laboratorio de Algete es la única vía para conocer la llegada de la gripe. Por contra, hay signos evidentes para establecer la muerte natural por traumatismo, electrocución o inanición, como en el caso de la gaviota que acaba de muestrear. Pero el protocolo de actuación establece que , aunque los técnicos tengan constancia de la causa de la muerte, éstos deben enviar una muestra de todas las aves muertas para su análisis.
Mientras el técnico del centro de recuperación de aves analiza una a una las aves encontradas el día anterior según el protocolo de actuación establecido, el técnico encargado de las recogidas de animales comienza su ruta.
La primera parada es para recoger cuatro palomas muertas que encontró Paco, el hijo de Juan y alcalde pedáneo de Archivel (Caravaca) en la su finca El Arrabal el lunes pasado. Entre cuatro mojones señalados por la Guardía Civil se encuentran dos palomas en avanzado estado de descomposición. Después de una larga búsqueda en un solar en el que se acumula la basura, encuentra la tercera paloma.
Todo el dispositivo desplegado para recoger las palomas que han puesto en alarma al pueblo de Archivel -el todoterreno del técnico del centro de recuperación, así como el de la pareja de la Guardia Civil que nos acompaña- llama la atención de un vecino, que se acerca para indicar que ha visto otra paloma muerta. «Que mueran cuatro entre las miles que puede haber aquí es normal», dice el cabo disculpándose ante el técnico. Las palomas acuden a esta explanada a comer semillas e insectos entre los montones de abono. Pese al avanzado estado de descomposición, el color de su plumaje parece indicar que son silvestres.
Mientras Pedro procede a recoger las aves, el resto busca infructuosamente entre los escombros la cuarta paloma, que ha debido de ser alimento de algún zorro u otra alimaña.
Aunque salimos con una «hoja de ruta previa», Pedro sabe que cualquier llamada «que le coja de camino» altera los planes previos. Efectivamente un trabajador de la Confederación del Río Segura da la alarma de la aparición de un ganso muerto en la ladera del río, en La Arboleja. «He visto desde la otra orilla un animal muerto y he avisado inmediatamente a mi superior», afirma el trabajador de la Confederación. Las numerosas plumas esparcidas en el lugar delatan que, como causa de su muerte o después de la misma, el enorme ganso fue víctima de algún perro callejero. El ganso, según el técnico, era doméstico, por lo que bien pudo haberse escapado de alguna de las casas cercanas. Mientras el técnico realiza su tarea rutinaria de recogida y etiquetación del animal, nos cuenta que es el primero de esta especie que él recoge. Cerca de este ganso ha aparecido muerto otro pato pequeño.
A las cuatro palomas en Archivel y el ganso de La Arboleja, le seguirá una tórtola en Lorquí y dos animales más, uno en Cartagena y otro en El Algar. Tras la entrega de los animales a su compañero que está en el Centro del Valle, Pedro proseguirá la recogida de aves, a la espera de que se incorporen dos personas más para poder atender todas las llamadas que reciben, tal y como establece el plan de prevención de la gripe aviaria. El alarmismo ante su proximidad lleva a cientos de personas a llamar a los servicios ante la muerte de cualquier ave. Pedro y Ramón esperan que la gripe aviaria no llegue, aunque todo parece indicar que esto es sólo cuestión de tiempo. |