Freno a la especulación energética
23/10/2006

La Verdad 23/10/06 GREGORIO BUSTAMANTE/
La decisión de la OPEP de reducir el suministro de crudo en un millón de barriles para aumentar los precios -¿qué poco dura la alegría en casa del pobre consumidor!- no ha sorprendido a casi nadie. Es más, los pequeñosos descensos del barril en las últimas semanas tenía ya alterados a jeques y especuladores bursátiles. Quienes siguen habitualmente los vaivenes del petróleo veían venir desde agosto que tan poca inflación en los países europeos, tanto crecimiento económico y una confianza empresarial tan grande no podían durar mucho. En diciembre, pues, si no hay quien lo remedie, volveremos a lo nuestro, a los precios altos, a más subidas de tipos y a la incertidumbre del mercado. Nada nuevo...

Para intentar taponar esta sangría, la Comisión Europea ha propuesto 75 medidas -más vale tarde que nunca- con la intención de ahorrar el 20% de energía entre el año próximo y el 2020.

La letra de la partitura ecológico-financiera se lee fácil y parece bastante convincente (se incentivará fiscalmente los bajos niveles de consumo y los hábitos menos contaminantes, se actuará sobre empresas, viviendas y mercados, se enseñará ahorro y eficiencia energética a los escolares, etc). Ahora falta una buena música para que entonemos todos la melodía.

Los 25 socios, que ya conocen la idea, parecen haber dado su apoyo al plan. Tal vez este sea el momento para que el ministro de Industria, Joan Clos, se decida, de una vez, a aumentar el objetivo mínimo del plan nacional de energías renovables, en lugar de taponar económicamente la nuevas iniciativas que contribuirían a frenar la dependencia del petróleo.

Los jefes de Gobierno de la Unión y especialmente el nuestro han acogido muy favorablemente el proyecto del comisario Piebalgs. Claro que España también se comprometió tiempo atrás a disminuir el volumen de gases contaminantes que arrojamos a la atmósfera, y no sólo no lo hemos conseguido, sino que hemos aumentado los vertidos de forma alarmante.

La decisión de la OPEP de reducir el suministro de crudo en un millón de barriles para aumentar los precios -¿qué poco dura la alegría en casa del pobre consumidor!- no ha sorprendido a casi nadie. Es más, los pequeñosos descensos del barril en las últimas semanas tenía ya alterados a jeques y especuladores bursátiles. Quienes siguen habitualmente los vaivenes del petróleo veían venir desde agosto que tan poca inflación en los países europeos, tanto crecimiento económico y una confianza empresarial tan grande no podían durar mucho. En diciembre, pues, si no hay quien lo remedie, volveremos a lo nuestro, a los precios altos, a más subidas de tipos y a la incertidumbre del mercado. Nada nuevo...

Para intentar taponar esta sangría, la Comisión Europea ha propuesto 75 medidas -más vale tarde que nunca- con la intención de ahorrar el 20% de energía entre el año próximo y el 2020.

La letra de la partitura ecológico-financiera se lee fácil y parece bastante convincente (se incentivará fiscalmente los bajos niveles de consumo y los hábitos menos contaminantes, se actuará sobre empresas, viviendas y mercados, se enseñará ahorro y eficiencia energética a los escolares, etc). Ahora falta una buena música para que entonemos todos la melodía.

Los 25 socios, que ya conocen la idea, parecen haber dado su apoyo al plan. Tal vez este sea el momento para que el ministro de Industria, Joan Clos, se decida, de una vez, a aumentar el objetivo mínimo del plan nacional de energías renovables, en lugar de taponar económicamente la nuevas iniciativas que contribuirían a frenar la dependencia del petróleo.

Los jefes de Gobierno de la Unión y especialmente el nuestro han acogido muy favorablemente el proyecto del comisario Piebalgs. Claro que España también se comprometió tiempo atrás a disminuir el volumen de gases contaminantes que arrojamos a la atmósfera, y no sólo no lo hemos conseguido, sino que hemos aumentado los vertidos de forma alarmante.

 

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