La Verdad 4/5/07 Investigaciones en varios países europeos, suspensión de programas El fraude en concursos con llamadas hace peligrar un negocio que mueve millones de euros
«Pues qué mala suerte», «vaya, cómo lo sentimos», «va a tener que llamar y probar otra vez». Tras horas de grabación y análisis, el especialista berlinés en lenguaje corporal Ulrich Geiger demuestra que, cada vez que reiteran estas respuestas a los sufridos telespectadores, los presentadores de concursos de llamadas no pueden evitar gestos que delatan que trampean: se rascan un ojo, se tocan la oreja o se pasan el borde de la mano por el cuello.
Pero lo que los psicólogos saben sobre los imponderables de mentir tampoco es un secreto para algunos fiscales, que han abierto investigaciones a distintos canales de toda Europa, a fin de conocer la verdad sobre uno de los últimos grandes negocios televisivos: las mini-emisiones que, con poco más que un tablero electrónico y un rostro, están concebidas con el único y lucrativo «objetivo de estafar al espectador», dice Stefan Niggemeier, en cuya web denuncia que, de cada cien llamadas, sólo entra una en antena.
Entre el tono familiar, la vistosidad de los presentadores y el ritmo, «las reglas no están claras, las cambian cuando quieren y, al final, se dan soluciones arbitrarias o falsas», explica a la cadena ARD Paul Trost, de Call-in-TV.de, un foro que se ha adelantado a las autoridades en el intento de proteger a los usuarios de esas preguntas fáciles que nadie acierta. Por ejemplo, a partir de las once de la noche, en el canal deportivo alemán DSF, Bettie Ballhaus y Cheyenne Lacroix lanzan preguntas al espectador para las que no hace falta tener la menor idea de deporte, ni de nada. La media para que a uno le cojan el teléfono es de 45 minutos, a 0,49 euros la llamada, pero Bettie y Cheyenne entretienen la espera quitándose poco a poco piezas de ropa hasta quedar en paños menores. Para quien aún es más agradable la demora es para el jefe de la cadena deportiva, Rainer Hüther, quien admite sin ambages que la emisión es la más rentable del canal. «Sin estos espacios no podríamos permitirnos algunos de los derechos deportivos más caros», admite Hühter al periódico Die Welt. De hecho, los llamados quiz suponen el 43% de ingresos de la cadena.
En programas infantiles
Este negocio redondo está ahora en el ojo del huracán. Fiscales en Alemania, Holanda, Suiza y Reino Unido han abierto investigaciones en canales y empresas de números 900, interactividad y mensajería digital. En Alemania, donde el negocio mueve 500 millones de euros, cadenas, autoridades y emisoras se reunieron el miércoles para establecer un código de conducta, mientras que en Reino Unido se han suspendido decenas de call-shows y concursos en ITV, Channel 4 y Five. Los escándalos también han llegado a Holanda, donde varios programas de RTL y SBS están siendo investigados, y a Suiza, donde se han retirado los números 900 a los canales Sat1, StarTV y Viva Schweiz por violación de las leyes de juego. En el caso del canal británico ITV, se cobraba 50 peniques por llamadas anunciadas a 35.
Estas prácticas fraudulentas se han extendido incluso a programas infantiles. «Miles, tal vez millones de telespectadores son manejados como marionetas», denuncia al diario Spiegel Ed Richards, responsable del supervisor británico de medios Ofcom, que investiga 23 programas, mientras su homólogo telefónico lo hace con 15 operadoras. Como recoge en YouTube un vídeo del canal 9Live, la verdad tiende a salir ayudada por la mala conciencia, en este caso de la presentadora Jana Bach, a la que el 14 de abril se le escapó: «Bienvenidos de sus vacaciones, queridos telespectadores, aquí estamos también nosotros dispuestos a ganar dinero con ustedes Esto, perdón, a hacerles ganar dinero...». Quizá fue el único atisbo de verdad de todo el programa.
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